A lo largo de muchos paisajes recorridos, inspiradores, hermosos y conservados, nos encontramos enfrentadas a una violencia planetaria de guerras desatadas con miles de muertes , desplazamiento forzado a destinos inciertos, e incertidumbres climáticas. Estas escenas de terror exportadas por los medios y las redes sociales desde el Medio Oriente, desde Ucrania, Afganistán y otros tantos escenarios de violencia, nos marcan con una angustia existencial en el mes de octubre del 2023.
La defensa del territorio, de la identidad, de creencias religiosas y de diferencias étnicas, aupado con aliados interesados en venta de armamento y más violencia, exponen al resto del mundo a un futuro incierto.
Aquí ya no cuenta la capacidad de asombro frente a la riqueza cultural de las regiones ni la capacidad adaptativa de comunidades locales para preservar su entorno. La destrucción es la tónica dominante de la guerra.
Tenemos aún en estas tierras tropicales el privilegio de volver a visitar regiones donde uno ha dejado un trocito del corazón y de recuerdos de momentos sin tiempo. Aún persiste la calidez del regreso a un lugar visitado donde una nueva experiencia sensorial, marca el aquí y el ahora, con vida.
Defendemos el derecho a esas visitas llenas de frescura, de aromas y sabores, con miradas paisajes, temperaturas , cielos, estrellados, nubes que circulan aportando climas diferentes.
Aún hay caras sonrientes y miradas generosas, niños y niñas con miradas que inspiran ternura y afecto.
Otros caminos llevan a parajes que inspiran temor, miedo y desconfianza. Allí se mueven aires de ilegalidad, codicia y personajes que causan temor. Hay que volver a visitar las regiones que traen recuerdos amables y lazos de civilidad.