La visita a la Ciénaga de Mallorquín en Barranquilla, Atlántico, en paralelo a la construcción del Ecoparque. Los pescadores artesanales de este ecosistema lagunar costero, agrupados en ocho cooperativas, solicitan ser partícipes del proyecto que adelanta la Alcaldía de la ciudad. El sentir de los pobladores costeros que viven de la ciénaga es que no los han tenido en cuenta en el diseño y en los impactos del Ecoparque. Que sea este un llamado para el próximo alcalde cuyo clan lleva varios periodos, liderando el modelo de urbanismo de la ciudad. Es cierto que la ciudad tardó muchas décadas en mirar hacia el río Magdalena y es cierto que abundan las zonas verdes urbanas bien arborizadas con especies de bosque seco tropical.
Ojalá que el concepto paisajístico del Malecon no siga podando los mangles plateados como si fueran pinos traídos del hemisferio norte, copiando el manejo de parques gringos con mangles como colombinas fuera del contexto tropical. Hermosa ciénaga reguladora del estuario del Río que amerita un trabajo consensuado con sus pescadores artesanales, quienes demandan educación ambiental, buen manejo de residuos y participación en los beneficios del Ecoparque.
El vivero de mangle rojo es una experiencia única para contribuir con la siembra y aprender a respetar la salacuna de la biodiversidad marina.
Los pescadores artesanales de la ciénaga de Mallorquín ofrecen su producto en los restaurantes y playas del sector. La infraestructura que se construye en el Ecoparque no articula aún las actividades recreativas con la vida y asentamientos de los pescadores.